Jasmina Kulaglić

El 21 de octubre, Jasmina Kulaglić llevó a Chopin, Borodine, Glinka y Khatchaturian al sonido del ACOUHYB (Acoustic Hybrid Piano) en la Casa Llotja de Barcelona.

Jasmina Kulaglich es una pianista serbia que actualmente reside en París y ha grabado para los sellos Naxos y Calliope. Ha lanzado hace poco su nuevo álbum "Dumka", con excelentes críticas en toda Europa. Alimentada por las tradiciones de la escuela rusa de pianistas y de Claudio Arrau, ha actuado como solista con diferentes orquestas, en muchos países, y ha ganado numerosos premios internacionales como pianista.

Después del concierto de este 21 de octubre, me explicó su experiencia con Musical Innovators. Supo de ACOUHYB a través de las redes sociales, “donde la personalidad de Sergey Gogolev irradia inventiva –dice–. Desde nuestro primer contacto, el proyecto me pareció muy interesante. Después de dos años de comunicación, decidimos colaborar”.

La logística siempre es difícil: Jasmina no pudo probar el piano ACOUHYB hasta la misma mañana del concierto. “Solo trabajé dos horas. Efectivamente, el primer contacto fue sorprendente, pero encontré grandes posibilidades en esta apertura del sonido”. Para ella, la expresión más corta para describir el ACOUHYB sería "piano abierto". “Esto puede tener diferentes significados –me explica–, por supuesto la opción sonora, pero quizás también la apertura humana, una aventura de creatividad”.

Interpretó las Mazurcas op. 7, la Polonesa en ut mineur op. 40 n.° 2, el Valse en do dièse mineur op.64 n.°2 y la Polonaise en La majeur op. 40 n.° 1 de Chopin; Petite Suite, Au couvent, Intermezzo y Mazurka de Borodine; La Séparation y Souvenir d'une Mazurka de Glinka; y Toccata en mi bémol mineur de Khatchaturian. Le han pedido este programa varias veces desde la publicación de su CD, que creó, según cuenta, “uniendo a Chopin, también compositor eslavo, con los compositores rusos a los que está dedicado mi disco”. Además, cree que el sonido del segundo registro del ACOUHYB “es muy adecuado para piezas románticas, no demasiado rápidas, con una estructura lo suficientemente clara como para poder escuchar el timbre de la línea melódica”.

Quizá para adentrarnos mejor en el mundo de Jasmina deberíamos hablar en el lenguaje de la música en vez del de las palabras: “En la vida, soy concertista y profesora en el Pôle Supérieur de París, abierta a jóvenes pianistas profesionales. Recientemente, casi solo voy a conciertos; la transmisión pedagógica es hermosa, pero la transmisión artística se hace magníficamente en el escenario. La música es el centro de mi vida. Lleva al ser humano a otras dimensiones, más altas, más sutiles. Ahí reside, para mí, el futuro de la humanidad: con la apertura del corazón, con la benevolencia, con la belleza y el bien para compartir con todo el mundo”.

Escuchemos, pues, su música, toda la música, y abramos nuestro oído a ACOUHYB: “Espero que este proyecto se desarrolle, porque siempre es bueno superar los límites y experimentar más allá de lo que conocemos desde hace mucho tiempo.” Muchos románticos querían trascender el lenguaje hablado para alcanzar algo nuevo, sublime, el Infinito, que simplemente podían sentir. Tal vez sea imposible llegar al Absoluto –postulaban– pero hay que intentarlo, y este esfuerzo nos acercará a él. No sé si llegaron al Infinito, pero abarcaron las emociones humanas como nadie lo había conseguido antes. Hoy en día, su mundo está vivo a través de la música, de innovaciones como ACOUHYB y de conciertos como el de Jasmina.



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